Después de la resaca estival, empezamos el otoño con nuevos retos. Uno de ellos se refiere al metraje de Los ajos quemados, que como bien sabéis no tiene una duración convencional. Esto se debe a que, desde el principio, no nos planteamos un tiempo restringido, cerrado y estandarizado, sino que optamos por que la propia historia y su ritmo narrativo fueran los que decidieran cuánto debía tardar en contarse.
El resultado fue cercano a la hora, o lo que es lo mismo; una película difícil de encuadrar –como también lo es en muchos otros aspectos-. A nosotros no nos preocupaba esta peculiaridad, pero sí a los festivales de cine. Y eso sí nos importa, ya que es nuestro principal cauce de proyección de Los ajos… y no podemos arriesgarnos a perder oportunidades.
Así pues, no podíamos hacer otra cosa que comprimir sin comprometer, lo que resulta un nuevo metraje cercano a la media hora, en el que intentamos mantener la tensión y el ambiente de la película original. Esperamos con ello que la película sea "adaptable" a los estándares festivaleros y, en consecuencia, llegue a un mayor número de personas.
En cualquier caso, el nuevo cortometraje no desvirtúa en absoluto el espíritu del film original, que es y será el centro del proyecto sin ser sustituido en ningún caso por el nuevo metraje.