domingo, 23 de diciembre de 2007

Diario de rodaje (la salsilla II)

Segunda etapa de los diarios de rodaje, tal y como se anunciaba dos posts más abajo. Hoy mostramos las dos primeras jornadas de trabajo, puesto que el día 19 sólo fue de desplazamiento. Aquellos fueron días plomizos pero llenos de ilusión e ímpetu. También podemos hablar de éxito en nuestra labor a pesar de nuestro segundo unidad de cámara (A.R.), que pasó dos días grabando en DV y que tampoco dio muestras de interés por mejorar ni de arrepentimiento por sus errores. Algunos creen que saben más de lo que realmente saben. La independencia exhibida y la arrogancia del elemento fue luego duramente reprimida por el resto del equipo y quizá la única nota triste fue el aislamiento que sobrevino al chico a medida que la producción avanzaba. Aún así asumo mi culpa y aunque el error es suyo por no escuchar y reincidir en ello, la responsabilidad es mía por no estar encima de quién ya se sabe que no puede valerse por sus propias ideas.
A pesar de todo, salud para él y suerte en sus trabajos, que ya vemos que estan siendo exitosos.



-20 de febrero. Fuente el Saz, Madrid.
Día muy nublado. Perdemos una hora en diversos atascos a lo largo de la A1. Aún así tenemos tiempo por delante para grabar la escena 1. No encontramos problemas para situar todos los raíles. Comenzamos el rodaje, ciertamente, un poco tarde. El travelling es complicado, a menudo notamos golpes que el estabilizador de la cámara no puede controlar. Precisamos de una amortiguación mayor en las ruedas del carro que discurre por los raíles. Aún así somos capaces de llevar la escena adelante con cierto éxito.
El día se mantiene gris, pero la lluvia, milagrosamente, nos respeta.
Partimos hacia Monreal del Campo esa misma tarde, al anochecer. Aquella noche comimos en un mesón de Molina de Aragón, rodeados del frío más profundo que he vivido en los últimos meses.



-21 de febrero. Monreal del Campo, Teruel.
El día vuelve a estar muy nublado. Amanece con una niebla espectacular que por culpa de la pereza del grupo desaprovechamos.
Hoy tocaba rodaje de escenas de relleno, para ambientar los fragmentos de voz en off que se intercalan en la película. Rodamos aleatoriamente por parajes que entre el llano de Monreal (Teruel) y la comarca de La Alcarria (Guadalajara) se suceden. Parajes fríos y pueblos que parecen peñascales. Fosas tectónicas como la del Alto Jiloca. Canchales en las postrimerías de Albarracín. Llanuras colmadas de materiales de extraordinaria riqueza agrícola. Y hierro bajo nuestras botas. Hierro y fósiles paleozoicos a las faldas de Sierra Menera.
Creo que no hay lugares que me agraden y me inquieten tanto como la provincia de Teruel y, en general, el sur del Macizo Ibérico.
Por fin, hacia las 4 de la tarde rompe a llover con fuerza. Cuando para, nos dirigimos a Singra, para empezar a establecer las pautas a seguir al día siguiente: a priori, uno de los más complicados.
*2º apéndice: la "pechiuga", el "arrós" y la "truchea" fueron el menú de una noche dominada por la ilusión que en mi corazón golpeaba deseando ver el Inter de Milán-Valencia. Mi gozo en un pozo al saber que la truchea se iba a freír al ritmo de un insípido Barcelona-Celtic.
*corolorario: al resto no le importó.
el director

martes, 18 de diciembre de 2007

Productoras. "Helando sueños"


Suelo empezar mis artículos hablando del cine, de la ilusión que genera, de cómo se implican las personas sin ningún tipo de afán de protagonismo. No obstante, en esta ocasión, no puedo ser más que sincero. Y, por extraordinaria similitud, la sinceridad puede confundirse con la crueldad.


Los ajos quemados es nuestro primer gran proyecto cinematográfico, lo que no nos sitúa en muy buena posición para negociar con productoras. Sin embargo, nosotros no pretendíamos negociar con ninguna productora, sino que apareció ella sola. Apareció tal y como desapareció: de la nada a la nada. Y eso que lo prometían todo.


Tal vez fuera nuestro excesivo entusiasmo lo que nos llevó a creer en los retorcidos delirios mentales de nuestros queridísimos pseudo-ayatolás particulares. Estos hombres recios, de modos toscos y fantasías grandilocuentes, ya le habían dado una serie de televisión a Joaquín Maroto y lo único que hemos obtenido hasta el momento ha sido un trípode roto.


El caso es que la palabrería es tentadora, aunque venga de gentes extrañas. Los sueños son fáciles de leer en nuestras caras y la tentación de apuntarse un tanto sin aportar nada es irresistible. Bien, lo admito; les creímos. Nos ilusionamos y les dimos de comer. Y no poco. Todos sabemos que los productores, cuanto menos contribuyen, más consumen. El atascaburras es su néctar y su ambrosía. No conocen la moderación en ningún sentido.


Llegados a estas alturas, no quiero ser hiriente. La película ha salido pese a ellos y el mérito es más nuestro. No está bien vender aire a precio de oro. No está bien ser una cosa para olvidar o para recordar lo que debemos evitar. Que conste que no les guardamos rencor, porque son divertidos. Porque ahora nos reímos y porque, si Vicente Navarro finalmente hace el cómic del rodaje, serán nuestros Hernández y Fernández.


Sólo me queda prevenir a los futuros cineastas. Tened cuidado. Son altos, grandes, llevan largas barbas y horribles jerseys verdes. Hablan muy alto, no sólo a ti. Hablan para ser oídos, no escuchados. Dicen lo que quieres oír y no escatiman en promesas incumplidas. Pero, sobre todo, son prescindibles.


Puede que nunca hayan cumplido sus sueños.


Mejor que dejen de helarle los sueños a los demás.

viernes, 14 de diciembre de 2007

La salsilla

Claro.
A todos nos gusta conocer las anécdotas y los entresijos de un rodaje; sí, y a los clientes, como yo los llamo, más aún. Máxime cuando prometimos en las primeras entradas del blog dar a conocer lo que fue el maravilloso y épico rodaje de Los Ajos Quemados, o el Ajo Asesino, la sub-versión censurada de Alberto Vigar.
Por eso hemos tenido la fantástica idea de comenzar a publicar lo que un día yo escribí pensando en tí (cliente). Y lo que escribí no es nada más y nada menos que el diario de rodaje. La salsilla del rodaje. Las confesiones. Las notas del director. Los enfados también.

A partir de hoy y semanalmente se publicarán (sin censura) dos episodios de un making of escrito, para que todos podáis disfrutar de alguna manera de lo que por unos meses fue una tarea dura pero placentera y, según parece ahora, bastante efectiva.


Ahí va:


"El rodaje se ha completado en un espacio de tiempo de 3 meses aproximadamente, desde el 19 de febrero hasta el 14 de mayo. Sin embargo, días efectivos de rodaje sólo fueron 20. Esto es así debido a la dificultad de la producción, en localizaciones alejadas y con la meteorología, desgraciada o afortunadamente, siempre adversa.
A este respecto cabe decir que encontramos serias dificultades para filmar en espacios casi salvajes, ya fuera por lluvia o por granizo, cuando no fuertes vientos o tormentas. O también todo lo contrario, dura luz solar y cambio continuo de luces y sombras. También merece citarse (más que nada por lo épico) el intenso frío de los primeros días de rodaje en contraste al sofocante calor (más de 35ºC) del penúltimo día".



-19 de febrero. Madrid.
"Resulta ser un día soleado y algo fresco. Tras hacer inventario de todo el material y con una hora de retraso, partimos hacia Madrid dispuestos a rodar la primera escena de la película. Por desgracia, el embobamiento generalizado nos resta casi una hora de luz. A estas alturas de año este incidente es grave pero comprensible tratándose de una pandilla de pipiolos que van a rodar su primera "gran historia". Perdemos la luz de la tarde en el bosque de Fuentelsaz. Disponemos el terreno para grabar al día siguiente. Cavamos las zanjas y afirmamos la tierra para que el travelling funcione con fluidez en un terreno irregular como es el campo. La lluvia, rala, hace acto de presencia".

*apéndice (13 de junio): esa noche parte del equipo durmió en un Formule 1 de Móstoles, infestado de protitutas y, según dicen, sucesos paranormales se repitieron durante parte de la noche en la tenebrosa avenida de Extremadura en su cruce con la M30. Nosotros pasamos y no vimos nada.


el director

lunes, 10 de diciembre de 2007

¿Pocos medios? "De cómo se implican las personas"


El cine es ilusión en todos los sentidos. Desde el punto de vista del espectador que desea ver una película, la experimenta y se queda con una serie de sensaciones, hasta los que construimos las historias. Quizás sea ese halo mágico lo que lleva a las personas a implicarse más allá de lo cortés.

Durante el rodaje de Los Ajos Quemados, pudimos descubrir una relación desinteresada con los habitantes de nuestras localizaciones. Tanto de los extras como de los que no se dejan ver, pero dejan ver lo que aportan.

No pedíamos nada sencillo. Necesitábamos una procesión, con al menos cincuenta personas (que luego fueron decenas más) vestidas de época. Queríamos un paso, una cruz, un incensario y una iglesia. Pedimos que doblaran las campanas y doblaron por nosotros. Hubo misa en latín y el tañer desde el campanario inundó toda la comarca de Moya. Se estaba haciendo cine.

El día no era el mejor. Hacía frío y lloviznaba, pero allí estuvieron puntuales personas de más de ochenta años, con la esperanza de sujetar la cruz o cargar con el paso. Personas que habían dedicado el día anterior a buscar en viejos baúles las ropas que un día llevaron sus antepasados. En los momentos previos al rodaje de la escena, vinieron a consultar si tal broche o tal peinado eran correctos, y lo hacían con verdadero interés.

¿Quién ha visto a un alcalde llevar raíles de travelling de un lado a otro o subirse a una tapia con una manta para tapar el sol? En Singra esas cosas se ven. También la facilidad para prestar una casa en determinada escena o que abran para ti el centro social del pueblo y te inviten a todo lo que pueden proporcionarte.

Después de tanto favor, uno acaba conciliándose un poco con el género humano. Y, en este caso, el mérito es del cine; de la ilusión que despierta.

Las personas son más importantes que los medios porque son las personas quienes ponen los medios. Gracias a todas ellas.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Ahora tú eres Joaquín Maroto.


Ahora tú eres Joaquín Maroto. Mírate las manos. Ya no son las tuyas, están cubiertas de barro y cortadas por el frío. Sigue subiendo, estás viendo la vuelta azul de los puños de tu uniforme de la Marina. Sin saber por qué (quizás porque ya no eres tú), sientes un extraño orgullo al descubrir unas medallas prendidas de tu pecho. Una en particular llama tu atención y la tomas en tu mano. Estás sólo, frente a un río mientras te acecha una noche helada y húmeda. Tus ojos ya no ven una pantalla de ordenador, sino la orilla de enfrente. Sabes que es ahí a donde debes llegar. Vuelves a bajar la vista a la medalla y lees la inscripción de su reverso. La dices en voz alta: "La patria, al valor y la constancia". Te acabas de oír y tu voz tampoco es la tuya. Es un sonido profundo. Tus labios luchan por volver a pronunciar una palabra; la última. Y no puedes evitarlo: "Constancia", dices.

Y de pronto caen sobre ti todos los sonidos del atardecer. Los pájaros, las ranas, algún grillo y el imparable fluir del agua. Miras hacia el cielo y ves las primeras estrellas destellando tercas antes de su hora. La luna se refleja ya en las verdes y oscuras aguas del río. Sabes que vas a meter los pies y luego todo tu cuerpo en esa masa gélida. Pero lo peor no va a ser entrar. Lo peor es lo que vas a ver bajo el agua y la terrible verdad que no querías asumir...

Ya sabes, ahora eres Joaquín Maroto. Ven a comprobarlo en Febrero de 2oo8. No dejes que el miedo y la superstición sean los únicos que escriban la historia. Tú, ahora, también formas parte de ella.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Lo más dificil. Al equipo de Los Ajos Quemados.

Es complicado concretar el detonante de una historia. ¿Qué resorte salta en nuestro pensamiento para que decidamos que necesitamos contar algo? Lo más curioso es esa necesidad; el hecho de pasar de escribir para uno mismo a escribir para los demás. Simplemente, lo necesitamos y nos lanzamos a ello como si nos faltara el aire.

Este proceso es relativamente simple, si lo que escribimos es poesía o novela, ya que sólo dependemos de nosotros mismos. Sin embargo, en una película no basta con un fuerte deseo del autor. Es imprescindible la colaboración de muchísimos profesionales que rindan al máximo para enriquecer el resultado final. En la gran industria cinematográfica, estos profesionales reciben sueldos considerables que "ayudan" a incrementar su interés. Pero en una película como Los Ajos Quemados, donde nadie ha ganado un céntimo, se necesita una condición extra para reunir a todo el equipo.

La condición no es otra que una buena historia. Hay que conseguir que el equipo de rodaje quiera participar en la película y, en consecuencia, debe creer en lo que hace. Estoy seguro de que cada nombre de los títulos de crédito piensa en Los Ajos Quemados como "nuestra película". No es una obra única de un director o de un guionista. Es la conjunción de muchas visiones de una historia que, al unirse, crean una mucho mejor.

Es entonces cuando todos sienten la necesidad de contar su versión, porque ahora es "nuestra historia". No es la que Marco trazó en una servilleta, ni los folios de mis teclas, ni las imágenes de María, ni la música de Jorge o los consejos de Vicente. No es la increíble voz de Diego-Joaquín (pues son inseparables en mi pensamiento). Tampoco son los ojos temerosos de José Daniel, ni la potencia de Janrad, ni los gestos de Mónica, ni la incansable ayuda en todo de Panach o la luz de Pepe. No es la dulzura de Ana, ni la amabilidad de Fernanda o los rezos de Patricia. No es cada una de esas historias porque es todas a un tiempo.

Es la amistad. Las anécdotas. Los momentos de incertidumbre. Cada cabreo o cada sonrisa. Da igual, ambos pesan lo mismo. Entre todos habéis conseguido que recuerde el rodaje como una de las mejores experiencias de mi vida. Espero que sintáis esta película como vuestra y espero veros en El Envés.

Ahora sólo falta que las personas que no nos conocen, hagan suya la historia. Entonces Los Ajos Quemados estará completa. Y eso es lo más difícil.


viernes, 16 de noviembre de 2007

Ver Visiones

El próximo martes 20 de noviembre se celebrará el pase de cortometrajes Ver Visiones, en la sala de exposiciones La Llotgeta (junto al Mercado Central de Valencia), de Obra Social CAM. Allí expondremos el nuevo trailer de nuestra película y también se proyectará el cortometraje América, en el que participó parte del equipo de Los ajos quemados.
América cuenta la historia de una joven albanesa que llega a España con el objetivo de cumplir una vieja tradición iliria: la Besa.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Tormentas


Próximamente estará disponible en You Tube el trailer "oficial" de la película. La diferencia entre el anterior y el nuevo está en el etalonaje (el último es el etalonaje final del trabajo), en la elección de algunos planos (respetando el montaje final) y en el cambio de tipografía (ésta más aproximada a la época del relato). Otra de las razones para tildar de "oficial" el trailer es su próximo registro y su más que probable inclusión en los contenidos "extras" del dvd. Eso que tanto gusta a los clientes...
Por otra parte comenzamos a aclarar las fechas del pre-estreno, con una premiérè en Valencia y un par de pases por los lugares de rodaje. A pesar de ello todo parece indicar que, por el momento, no tendremos ningún tipo de distribución (más que la interna, claro está) ya que en la nómina de certámenes que en mente guardamos, la exclusiva es una prioridad común.

jueves, 8 de noviembre de 2007

No más trascendencia (de la necesaria)

El mundo del cine está inseparablemente relacionado con el arte y ello trae consigo ciertos problemas. El mundo del arte está inseparablemente relacionado con el de los cretinos y eso puede hacer mucho daño a una película. No pretendo entrar en el vano y estéril debate de: Si el vídeo-arte es arte; ¿qué es el cine?, ya que la respuesta es muy simple. Un arte muy superior al vídeo arte, pues en él confluyen la fotografía, la literatura, la pintura, la música, la interpretación y, aun así, no todo asegura un buen resultado.

Sin embargo, el éxito furtivo que tiene el vídeo-arte se debe a un hecho muy sencillo; su público es homogéneo, entre el cual, la mayoría no sabe qué está viendo. No obstante, como el pretendido artista tampoco sabe muy bien qué demonios está haciendo, no tiene mucha importancia. Espectador y autor vomitan tratados filosóficos.

En cualquier caso, el cine debe enfrentarse a una prueba mucho más dura; la de los no-intelectuales. Las personas sin ningún tipo de pretensiones pseudo-artísticas (el arte de verdad jamás es "pseudo") no quieren extraños subproductos ininteligibles. Quieren ver algo que les aporte una sensación, que les despierte algún recuerdo o que sea capaz de pulsar la tecla adecuada en su interior. Y, por supuesto, quieren entretenerse.

Esto no quiere decir que haya que fabricar engendros funcionales según modelos establecidos de éxito. Simplemente hay que comprender que el cine es una forma de expresión y, por lo tanto, si no has sido capaz de explicarte, habrás fracasado en muchos aspectos. Es bien cierto que una película no es sólo un medio de comunicación, pero si la relación autor-espectador no funciona, el resto poco importa.

Hoy hablo a título personal, como co-guionista de la película, porque Los ajos quemados se presta a la teorización vacía. Es una historia de guerra y de muerte, de las relaciones humanas y de la degradación y desesperanza de una persona. Muchos serían capaces de hablar horas sobre cada fotograma, cada diálogo y cada expresión y "llegar a lo más profundo". Sin embargo, no habrían rozado siquiera lo superficial.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Track Motion


Afortunadamente ha llegado el momento de dar por finalizado el montaje (3 meses después) y de lanzarnos a la fosa del retoque digital. Profundo el pozo de nuestra paciencia.

A veces

A veces una terca racha de viento helado surca la estepa castellana. Más a menudo de lo normal para Joaquín. ¿Por qué siempre está tan nublado? ¿Por que huye el sol y con él las personas? Las noches parecen más claras que el día. Resulta mucho más fácil confiar en una noche negra que en un día oscuro. Pronto todos los días lo serán. Antes, sólo a veces, como casi todo en la vida. Ahora, siempre, tan rotundo como nunca.

lunes, 29 de octubre de 2007

Las palabras se las lleva el viento

Los ajos quemados fue consecuencia de un rodaje que se realizó primordialmente en exteriores. Esta circunstancia tiene ventajas e inconvenientes. Las ventajas se resumen en una máxima para nosotros: Nuestros escenarios son espectaculares y gratuitos. Pero los inconvenientes son varios.

En pre-producción nos vemos en la necesidad de buscar los emplazamientos hasta encontrar el que teníamos en mente. En el rodaje, debemos montar una infraestructura que nos obliga a preparar el terreno y ralentiza la tarea cinematográfica. Y en post-producción encontramos el problema que nos ocupa: las palabras se las lleva el viento.

No hay pericia posible que mantenga la pértiga libre de las sacudidas del viento. No hay director capaz de predecir el sonido del motor de un tractor furtivo. No hay manera de igualar las condiciones de rodaje de cada lugar para obtener un sonido homogéneo. Al menos con nuestros medios.

Por todo lo anterior, en estos momentos, con música y montaje definitivo, nos vemos obligados a doblar los diálogos. La inversión es fuerte, pero también lo es el miedo a perder la naturalidad de la interpretación; a que no fluyan las palabras de igual forma en un castillo o en un aséptico estudio de doblaje.

El doblaje comenzará la segunda semana de noviembre en Estudis Tabalet, pero no sólo trajaremos este ámbito del sonido. La calidad del audio debe de ser acorde a la ambición del proyecto. Para ello, la soundtrack también será tratada en estudio, es decir, todos los efectos especiales y el sonido ambiente saldrán de manos de profesionales. El objetivo es precisamente un resultado profesional del conjunto.

Mientras tanto, nos ocupamos de tareas menos inconvenientes, pero igualmente relevantes, como el etalonaje o los efectos digitales. De esta forma, los pequeños errores de iluminación serán subsanados. Incluso nos planteamos un tratamiento de los cielos mediante cromas para acentuar la atmósfera opresiva y, en algunos momentos, surrealista del film.

Los trabajos, poco a poco, unen sus frutos y el resultado final de la primera parte del proyecto está a punto de salir a la luz.

jueves, 18 de octubre de 2007

Grajeras.



Tiempo atrás vimos aquí a los pájaros del paso.
Aunque ocultos, toda la película está repleta de símbolos.

miércoles, 17 de octubre de 2007

EL NACIMIENTO DE UN MITO

En muchas ocasiones, las historias esperan años a ser contadas. Esperan siglos para ser entrelazadas por la casualidad. El proyecto cinematográfico de Los ajos quemados es fruto de los viajes, el azar, la pasión y el empeño en desvelar la otra cara de la guerra. La que no figura en los libros de historia; la que concierne a las personas.

Uno de los múltiples viajes del director del film, Marco Lledó-Escartín, por los pueblos de Cuenca y Teruel le permitió conocer una leyenda. Una leyenda que sólo recordaban los más viejos. En ella se contaba la existencia de un soldado español que, tras la guerra de la independencia, buscaba el camino de retorno a sus tierras. Sin embargo, el soldado estaba muerto y propagaba ese olor a muerte por toda la comarca. Muchos de los ancianos explicaban cómo sus madres les decían que no se alejaran del pueblo. Si lo hacían, si se internaban en los bosques, podrían encontrarse al espectro del soldado que huele a ajos quemados.

La historia fascinó a Lledó-Escartín, quien se lo comunicó a Ignacio Carratalá, co-guionista del texto final. El director y el guionista comenzaron una investigación casi antropológica que les sumergió en el fascinante universo de la España rural. Trataron de indagar en el fondo de la leyenda. Buscaban el detonante del fenómeno mágico que describían en los pueblos.

La mayoría de los libros de historia no aportaron mucho, por lo que decidieron investigar la historia paralela; la que contaban los soldados en sus cartas. Al igual que “el hombre del saco” provenía de un asesino de niños, un sacamantecas, el de los ajos quemados debía tener un equivalente real.

La investigación les llevó hasta un coleccionista de objetos de la Guerra contra los franceses, cuya identidad prefiere mantener oculta. En algunas de las cartas de un regimiento a cargo de un oficial de origen valenciano, se hablaba de un brote de peste. Todo ocurrió al final de la contienda. Los soldados supervivientes contaban que su superior, gravemente enfermo y con delirios, escapó una noche. No paraba de decir que quería volver a su tierra. Que quería abrazar a su esposa.

Días después se le vio vagando por distintas aldeas aisladas. El pánico por el aspecto cadavérico y el fuerte olor que despedía hizo que se generara la leyenda. Esa es la principal hipótesis que justifica la historia del oficial muerto, así como el terror nacido de gentes supersticiosas y profundamente religiosas.

El entusiasmo se hizo fuerte en el director y el guionista, que decidieron centrarse en el punto de vista mágico sin dejar de lado el humano. Pretendían mostrar el miedo de la gente y el desconcierto de un militar ajeno a sus delirios, incapaz de comprender qué le sucedía exactamente. Los ajos quemados es una historia de desorientación y desentendimiento tras el desastre.

No obstante, una sorpresa estaba a punto de cambiar el curso de un guión casi decidido. El coleccionista había contado el interés de los autores en un foro de intercambio con cierto carácter clandestino. Allí, un conocido le hizo llegar una copia de un manuscrito en francés. La traducción fue como una sobredosis de adrenalina. Aunque se sigue dudando de la veracidad documental del texto, no hay duda posible sobre su datación. El escrito adquiere forma de memorias de un soldado francés que huye tras la guerra. Alguien le persigue. Alguien que ha muerto entre sus manos. Esa persona no cesará en su empeño y, según le desvela un viejo, huele a ajos quemados.

La lectura del documento hace pensar más en un soldado con ciertas dotes literarias que en un hecho cierto. Sin embargo, la relación entre las dos historias es indiscutible. Y esta vez existía un lugar y una fecha: Aigües Mortes, 1828.

El escrito contiene numerosas expresiones en valenciano y no pocas referencias geográficas, aunque los nombres han sido sustituidos por otros ficticios. Esta ocultación puede deberse a motivos de seguridad para su autor, aunque sólo son simples conjeturas.

El co-guionista de la primera historia, de acuerdo con el director, decidió mantener el carácter literario de la obra original y escribió un nuevo texto. Este relato ya estaba plenamente relacionado con Los ajos quemados y, por su carácter de oposición a la leyenda, decidió llamarlo El envés. En su elaboración se tomaron las licencias literarias necesarias para dotarlo de unidad y coherencia, pero se respetó la línea argumental.

Como se decía en un principio, el azar, la pasión y el empeño por mostrar una visión diferente de la historia han dado como fruto una obra que ha crecido día tras día. Una historia que nos supera y cuya primera parte ya se ha rodado. Los ajos quemados, también redactada en principio como una obra literaria, encontró en María Santolaria, directora de fotografía, la aliada perfecta para transmitir con la vivacidad de la imaginación los ambientes y las sensaciones de la leyenda.

El envés espera. Aguarda preparado y menos oculto que antes de la investigación la oportunidad de cobrar vida. La resolución de la historia, por desgracia depende del dinero y el dinero no depende del equipo de rodaje. Los ajos quemados se ha filmado desde la pasión por descubrir al publico una cara oculta de la historia, pero El envés, la otra cara de la contienda, es lo que permite entender el alcance de las relaciones humanas durante épocas de desastre e ignorancia.

El equipo de Los Ajos quemados no pretende pontificar una nueva historia, sino entrelazar dos mundos apasionantes que, si han salido a la luz es porque llevaban muchos años esperando ser desvelados. Mas allá de toda superstición religiosa, es una forma de que los fantasmas de nuestro pasado queden en paz con sus propios fantasmas.