Los ajos quemados fue consecuencia de un rodaje que se realizó primordialmente en exteriores. Esta circunstancia tiene ventajas e inconvenientes. Las ventajas se resumen en una máxima para nosotros: Nuestros escenarios son espectaculares y gratuitos. Pero los inconvenientes son varios.
En pre-producción nos vemos en la necesidad de buscar los emplazamientos hasta encontrar el que teníamos en mente. En el rodaje, debemos montar una infraestructura que nos obliga a preparar el terreno y ralentiza la tarea cinematográfica. Y en post-producción encontramos el problema que nos ocupa: las palabras se las lleva el viento.
No hay pericia posible que mantenga la pértiga libre de las sacudidas del viento. No hay director capaz de predecir el sonido del motor de un tractor furtivo. No hay manera de igualar las condiciones de rodaje de cada lugar para obtener un sonido homogéneo. Al menos con nuestros medios.
Por todo lo anterior, en estos momentos, con música y montaje definitivo, nos vemos obligados a doblar los diálogos. La inversión es fuerte, pero también lo es el miedo a perder la naturalidad de la interpretación; a que no fluyan las palabras de igual forma en un castillo o en un aséptico estudio de doblaje.
El doblaje comenzará la segunda semana de noviembre en Estudis Tabalet, pero no sólo trajaremos este ámbito del sonido. La calidad del audio debe de ser acorde a la ambición del proyecto. Para ello, la soundtrack también será tratada en estudio, es decir, todos los efectos especiales y el sonido ambiente saldrán de manos de profesionales. El objetivo es precisamente un resultado profesional del conjunto.
Mientras tanto, nos ocupamos de tareas menos inconvenientes, pero igualmente relevantes, como el etalonaje o los efectos digitales. De esta forma, los pequeños errores de iluminación serán subsanados. Incluso nos planteamos un tratamiento de los cielos mediante cromas para acentuar la atmósfera opresiva y, en algunos momentos, surrealista del film.
Los trabajos, poco a poco, unen sus frutos y el resultado final de la primera parte del proyecto está a punto de salir a la luz.
En pre-producción nos vemos en la necesidad de buscar los emplazamientos hasta encontrar el que teníamos en mente. En el rodaje, debemos montar una infraestructura que nos obliga a preparar el terreno y ralentiza la tarea cinematográfica. Y en post-producción encontramos el problema que nos ocupa: las palabras se las lleva el viento.
No hay pericia posible que mantenga la pértiga libre de las sacudidas del viento. No hay director capaz de predecir el sonido del motor de un tractor furtivo. No hay manera de igualar las condiciones de rodaje de cada lugar para obtener un sonido homogéneo. Al menos con nuestros medios.
Por todo lo anterior, en estos momentos, con música y montaje definitivo, nos vemos obligados a doblar los diálogos. La inversión es fuerte, pero también lo es el miedo a perder la naturalidad de la interpretación; a que no fluyan las palabras de igual forma en un castillo o en un aséptico estudio de doblaje.
El doblaje comenzará la segunda semana de noviembre en Estudis Tabalet, pero no sólo trajaremos este ámbito del sonido. La calidad del audio debe de ser acorde a la ambición del proyecto. Para ello, la soundtrack también será tratada en estudio, es decir, todos los efectos especiales y el sonido ambiente saldrán de manos de profesionales. El objetivo es precisamente un resultado profesional del conjunto.
Mientras tanto, nos ocupamos de tareas menos inconvenientes, pero igualmente relevantes, como el etalonaje o los efectos digitales. De esta forma, los pequeños errores de iluminación serán subsanados. Incluso nos planteamos un tratamiento de los cielos mediante cromas para acentuar la atmósfera opresiva y, en algunos momentos, surrealista del film.
Los trabajos, poco a poco, unen sus frutos y el resultado final de la primera parte del proyecto está a punto de salir a la luz.
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