martes, 18 de marzo de 2008

Se va, se va... Se fue.

Tanto tiempo esperando y se nos va el estreno como un suspiro. Eso sí, nada de suspiros débiles. Ha sido un suspiro profundo, hondo; de esos que hacen desperezarse a los pulmones y provocan un sobredosis de oxígeno en el cerebro. Por eso estamos aun resacosos.

A la hora acordada, las siete de la tarde, la afluencia del personal no era nada considerable, pero había que contar con ello. Al fin y al cabo, estamos en España. Tierra del "llegar tarde da clase". Muchos españoles morirían estrangulados con la cadena del reloj de bolsillo de un simpático londinense. Además, no podíamos olvidar las fallas y su malsana influencia en el tráfico, no ya de influencias, sino de coches llenos de paisanos míos (madrileños y atascos son uno).

Tras esos primeros nervios de "dónde está la gente", pudimos ver que la entrada del edificio se había llenado de personas casi tan impacientes como nosotros. Entonces abrimos las puertas de la sala y comprobamos con orgullo que eran muy pocas las butacas huérfanas. Justo en ese momento empezaron los otros nervios. Los nervios de "cuánta gente, esperemos que les guste".

El acto se abrió con la presentación a cargo de Pepe Cabrera, integrante del equipo de rodaje. Nada más terminar, se apagaron las luces y los primeros sonidos rasgaron el tenso ambiente del salón de actos. Luego, la música de Jorge Munuera y la potente voz de Diego Villena complementaron la increíble fotografía de Maria Santolaria. Y eso fue lo que impactó a los asistentes. Eso y el ambiente de la historia.

Quizás hayamos hecho una película "rara", como dijo Marco Lledó-Escartín en su discurso de clausura. Pero, si no la hacemos ahora que somos independientes, será casi imposible hacerla cuando dependamos de alguien más que de nosotros mismos. Por eso y por muchas más cosas agradecemos la acogida de Los ajos quemados. Sabemos que cumplimos las expectativas y eso nos aporta ilusión y ganas de continuar trabajando.

Entre los tres pre-estrenos (Landete, Valencia y Singra) hemos reunido a cerca de 500 espectadores. Personas implicadas o no que nos han animado a seguir con la historia. Que se han quedado con ganas de más. Es por ellos que la obra, una vez terminada, adquiere todo su sentido. El cine sin público no podría existir, por lo que sólo podemos daros las gracias por contribuir a que sigamos haciendo cine.

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(Este artículo está dedicado a todas las personas que os habéis interesado en la marcha de la película. También por supuesto a los que vinistéis a comprobar con vuestros propios ojos si Los ajos quemados merecía la pena. Os esperamos en la próxima)

* El blog no se cierra aquí. Después de haber presentado El Haz, empezamos con la preparación de El Envés y queremos seguir contando con todos vosotros. No dejéis de visitarnos, que todavía tenemos mucho por contar.

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